Hola Nannen,
¿Cómo estás?.
Por aquí todo bien, a excepción del maldito virus del que seguramente has oido hablar. Ya le compré al hijo de tu sobrino su parte del piso, como querías y me decías cada vez que estábamos solos, aunque no lo veo muy contento. Ya sabes, en su papel de "el eterno ofendidito", sacando trompa. No se qué más quiere. Si hubieras visto el pollo que montó en la notaría... ni siquiera nos miró, pensando tal vez que así, nos despreciaba más. Por cierto, se llevó el microondas, que lo entiendo perfectamente, pero arrambló con el crucifijo de tu dormitorio también, sin pedirnos permiso. Yo habría dado un paso más, aconsejado por mi abogado, pero mi madre me paró los pies, no quiso. Que si te prometió tal, que si te prometió Pascual.
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Máquina Adler regalo de mi madrina. |
Le he dado una limpia, pero sigue algo durilla... la falta de uso, tal vez, y de costumbre por mi parte. Pero es preciosa y muy decorativa, ahora que se lleva lo retro. He recibido ofertas para comprármela, pero me he negado, por supuesto!.
Mola.
¿Qué tal mis abuelos, la Fina, Juan y Clemen...?. Las últimas que se fueron, el mismo año que tu, fueron mis tias Isabel y Mariquita... la calle al completo. !Menudos corrillos formaréis ahí arriba!.
Tengo puesto mi equipo de música, pero acondicionar el piso a mis necesidades me va a llevar tiempo y dinero. Si supieras lo que hemos pasado para que nos dijera qué pensaba hacer, me dieran el préstamo... todo eran incertidumbres.
Por lo pronto, he empezado a desocupar mi habitación, que falta me hacía. Ahora ya puedo estirar los pies por debajo de la mesa, al menos, cuando estoy en el ordenador.
De la situación laboral mejor no hablamos. En casa sigue todo como siempre, y es que... hay quien no cambia nunca.
La sensación es que en esta soledad, se siente uno como un escritor de best sellers... aunque ni tu vas a leer esto, ni me vas a contestar, pero es una buena terapia. Mañana es viernes al fin, y podré dedicarle más tiempo al piso, a leer, y ocuparme de mis cosas, las fotos, las películas...
Qué te voy a contar que no sepas... desde ahí arriba.
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Mi Nannen. foto: © Javier Morcillo |
Javier
(*) Mi madrina se llamaba Carmen, y yo de pequeño no sabía pronunciar su nombre, decía "Nannen", y así se quedó.
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