sábado, 17 de abril de 2021

FRANK MILLER. LA HISTORIETA HACIA EL SIGLO XXI (por Diego Cara)

FRANK MILLER.
LA HISTORIETA HACIA EL SIGLO XXI

DIEGO CARA

 
Cuando todos nos embobamos en elogios y epítetos hacia Ronin y el descubrimiento de un Autor, poco nos acercábamos a las bases de una figura indiscutible de la narración gráfica en los 80: Frank Miller.

 

Ronin.
Poco sabíamos de su pasado. En 1.982 y con veintipocos años, nos había dejado K.O. por gracia de una obra truculenta, sencilla, barroca y decididamente superficial; ideal tarjeta de presentación en un mercado como el USA polarizado de una banda por las tiras de prensa ya mayoritariamente humorísticas y de otra por el fenómeno juvenil-con diversos anclajes “fanáticos” (!dicho sin ánimo peyorativo vive Dios!) en segmentos adultos y coleccionistas del Comic Book.


Tras Ronin había una legendaria escuela estilística: los Comics Marvel sobre los cuales Miller había hecho meritoriaje (mirando nuestros viejos tebeos de Vértice lo vimos defenderse bien en Spiderman y dar nuevos bríos a un moribundo Daredevil. Precisamente sobre el taciturno Daredevil proyectará sus primeros desvelos autorales, sus fantasías orientales, y la ejecución primorosa de unos perfiles femeninos, personalizados en la Saga de Elktra. La definición del carácter femenino, poderoso pero débil; dureza y ternura que presidirán, en mayores o menores dosis todas sus siguientes féminas.

Gracias a Fórum pudimos en el 84 apreciar este despliegue de Miller, que con la fuerza de sus argumentos estaba levantando una tercera vía en el Arte Popular del hastiado ComicBook, y nos dió-servido en bandeja por un guión abierto por Chris Claremont-un recital de recursos y empleo de la planificación cinematográfica con eficacia inusitada-, era Lobezno y su nombre empezaba a ser adorado en medio mundo a pesar de sus pocos centenares de páginas hechas al servicio de la industria; que ya se le quedaba estrecha para aceptar sus propuestas con libertad y control.

Surgió en esa inflexión Ronin como vía autónoma, puesta en página de una forma directa, comercial e impactante de una fórmula ya ensayada por los editores independientes-calidad de impresión, serie limitada, color directo, envoltorio experimentalizante y trama neopopular (qué más comercial que una mezcla de luchas orientales-seppu- y componentes fantasiosos, tan caros al idolatrado Moebius.

Lobezno.

El hecho de que se publicase en la D.C., quien mejor se la contrató pujando más alto, fue también un riesgo que tras el previsible y superado éxito fulminante, abrió las puertas a Miller hacia otras esferas: Su consolidación, a los 26 años como Autor número Uno, y nacido directamente del cuadernillo de superhéroes.

Sus siguientes pasos son otros tantos éxitos y verdaderas obras maestras de la última historieta norteamericana. El retorno a Daredevil para escribir la saga Born Again y brindar el impresionante debut de un maravilloso David Mazzuchelli, anticorrupción, panegírico teista o demoledora autocrítica a claves de la esencia norteamericana, conforman una serie que lleva al límite las posibilidades de una tercera vía dentro del Comic-Book; trabajando soterradamente las constantes del argumento lineal, los clichés seriales y envolvente acción.

El último y notable paso es cuando en 1.986/87 realiza Batman Dark Knight, una recreación áspera e inmisericorde del clásico DC, más sombría y patética que crepuscular, depresiva y contramitificadora; ha sido la operación más arriesgada y exitosa del Comic USA en los 80 que no solo volvió sobre sí el aprecio de la multitudinaria legión de seguidores del Hombre Murciélago sino que, de rebote renovó con sabias coordenadas autorales tan legendario personaje propulsándolo hacia lectores más exigentes y maduros, al tiempo que entronizaba a Miller como Maestro. Dicha pirueta coronada con el éxito (!y la siemrpe inestimable colaboración de Klaus Jason a las tintas y Lynn Varley, exploradores como en Ronin de tantas posibilidades!) le llevó a poner un “no va más” con Batman Año Uno, otro texto para un esencializado Mazzuchelli, en toda la línea de la escuela clásica de Alex Toth, unas raciones de fatalismo junto a pinceladas existencialistas que no habría dudado en fimar el Godard que nos legó Pierrot el Loco.

Batman.

 

Sin conocer las Limited de Elktra Assasin, con dibujos de Bill Sienkiewicz y siendo cotizadísimo para hacer portadas, portafolios y posters por una industria medrosa que no osa ofrecerle y ya será rizar el rizo, nuevas cartas blancas, pues quizás sería darle posibilidad de expresión a una historia impredecible, única, genial… Sería abrir una caja de Pandora de efectos morales dudosos y de beneficios inciertos caso seguro de enfurrunchar al tradicionalismo que vigila la limpieza de lo que leen los niñatos norteamericanos.

Habrá que ir reservando butaca en el cine más próximo pues, descontado eléxito de su guión para Robocop II, el lenguaje de la viñeta lo verá, si las cosas no dan un giro, muy poco. 

(El último párrafo no podía ser más acertado, porque vinieron los 300, los Sin City...)